Premios de Alimentación: “Mantenerse delgado y comer bien demuestra que tienes los medios”.
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Preferir las lentejas a la carne. Apostar por el adelgazamiento. Optar por la alimentación ecológica. Cultivar tu propio huerto... Para la socióloga Faustine Régnier, investigadora del Instituto Nacional de Investigación Agrícola, Alimentaria y Medioambiental (INRAE), todas estas decisiones no son solo cuestión de gusto o de conciencia política, sino también de clase social. Elegimos nuestra comida en función de las categorías a las que pertenecemos o a las que queremos unirnos. Su investigación, publicada bajo el título «Distinctions alimentaires» por la PUF en abril, es una fascinante investigación de quince años sobre cómo las prácticas alimentarias se ven moldeadas por las normas impuestas por nuestro entorno.
En su libro, usted enfatiza varias veces que una de las divisiones más fuertes entre las clases sociales gira en torno a la carne. ¿Cómo lo explica?
Hoy en día, es la carne la que cristaliza ciertas oposiciones; ayer, eran las frutas y verduras. Si bien hasta hace poco tenía una imagen muy positiva, hoy la carne es objeto de una forma de descrédito. En 2015, la OMS advirtió sobre los riesgos para la salud del consumo excesivo de carne roja. A esto se sumaron los problemas ambientales. Por lo tanto, tenemos una acumulación de mandatos. La división surge del hecho de que, en las clases trabajadoras, la carne se asocia más con el placer. Es un alimento central que encarna con fuerza el "comer bien", con mayor fuerza.
Libération